La tusa de maíz, el papel higiénico que más se usaba en los campos de EEUU

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El 75% de la población del mundo no lo usa. El otro 25% no sabríamos muy bien qué hacer sin él. Los usamos incluso en el espacio.

Aunque los inodoros que se usan son diferentes allí porque la atracción de la fuerza de gravedad es reducida -conocida como microgravedad-, el papel higiénico sigue siendo la opción obvia de los astronautas estadounidenses cuando utilizan las instalaciones de la Estación Espacial Internacional.

En la Tierra, los números dan prueba de su popularidad:

  • en la actualidad se producen 83.000.000 de rollos de papel higiénico al día
  • y esa tercera parte de la población del planeta que lo usa gasta US$80.000 millones al año en ellos.

No obstante, se trata de una industria relativamente nueva: fue apenas después de la mitad del siglo XIX que los rollos de papel higiénico empezaron a acompañarnos a hacer lo que la naturaleza exige.

Periódicos y esponjas

Durante siglos, la gente echaba mano de su ingenio.

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Hubo métodos como la notoria esponja amarrada a un palo que data de la Antigua Roma: “La usabas, la enjuagabas en un balde de vinagre y la dejabas lista para el siguiente usuario”, le dice a la BBC el historiador Richard Smith.

En muchos casos, materiales como algodón, lana o hasta encaje, si eras rico; o como un puñado de musgo, hierba, hojas o paja, si no lo eras, fueron -y siguen siendo- suficientes.

En zonas costeras se echaba mano de conchas marinas, y en islas como Hawái la variante local eran las cortezas de coco.

Para otros, ir al baño siempre ha significado dirigirse a la fuente de agua más cercana, lavarse con las manos y dejar que la corriente se lleve lo que el cuerpo no necesitó.

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En Norteamérica, se usaba la mazorca de maíz sin cáscara, granos, ni seda, sólo el corazón seco. “De hecho, fue una especie de emblema de la sociedad rural estadounidense, atesorado como un ícono de esa forma de vida”, señala Smith.

A principios del siglo XVIII, cuando los periódicos comenzaron a circular ampliamente, la gente vio en ellos otra oportunidad.

Los leyeron, los rasgaron, los pusieron en sus letrinas y sus baños y los usaron para ese propósito.

Algunas revistas venían con agujeros para que se pudiera colgar del clavo en el baño, para facilitar su función de “lea y limpie”.

Es por eso que, cuando el papel higiénico comercial hizo su aparición, no parecía haber ninguna necesidad que llevara a la gente a comprarlo.

A mediados del siglo XIX en Nueva York, Joseph Gayetty hizo el primer papel higiénico para el público general. La historia completa dando clic aquí


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