El papa pide perdón a víctimas de abuso en iglesias de Pensilvania
El papa Francisco afirmó que “nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado” por los abusos a menores por parte del clero, en una “carta abierta al Pueblo de Dios” publicada tras el informe revelado por la Corte Suprema de Pensilvania.
“En los últimos días apareció un informe que detallaba lo vivido por al menos mil personas que fueron víctimas de abusos sexuales, de abusos de poder y de conciencia, perpetrados por sacerdotes durante casi setenta años”, escribe el papa en la carta difundida por el Vaticano.
“Aunque podamos decir que la mayoría de los casos pertenecen al pasado” podemos “constatar que las heridas infligidas no desaparecerán nunca, lo que nos obliga a condenar con fuerza esas atrocidades”, agrega Francisco.
Francisco escribió esta carta después de la publicación del informe que documenta 300 casos de “sacerdotes depredadores sexuales” en seis de las ocho diócesis del estado de Pensilvania y en el que identifica a 1.000 menores como víctimas desde 1940.
“Si un miembro sufre, todos sufren con él. Estas palabras de San Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas”, comenzó la carta de Francisco.
El pontífice añadió que “el dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor” y reafirmó que “una vez más” su compromiso “para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad”.
“Si bien se pueda decir que la mayoría de los casos corresponden al pasado, sin embargo, con el correr del tiempo hemos conocido el dolor de muchas de las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen”, agregó en su misiva.
Francisco reconoció “con vergüenza y arrepentimiento” que como “comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas”.
Francisco argumentó que, “si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta” ante los abusos, ahora la Iglesia debe responder “con la solidaridad, que exige, a su vez, denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona”.