Lo que el dominicano se lleva en la maleta cuando viaja


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Los agentes aduanales, especialmente los que controlan las salidas desde el territorio dominicano a Estados Unidos y a Europa, y los que allá verifican de nuevo las maletas, necesitan posiblemente una maestría de la “universidad de la vida”, para estar al tanto sobre los más insólitos productos que suelen cargar muchos dominicanos cuando viajan.

Lo hacen para agradar a familiares y amigos con los que se encontrarán al llegar.

Esos productos, generalmente cargados de la “buena fe” que caracteriza a la mayoría del pueblo dominicano y sin intención de dañar, son a veces insospechados. Ni los más versados inspectores, ni los propios rayos equis están posiblemente preparados y diseñados para encontrarse con semejantes “cosas”.

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Esos “elementos extraños”, que se marcan en las máquinas de registro como “aparatos no definidos o elementos peligrosos”, van desde queso geo y queso de hoja, hasta mentas verdes, conocidas popularmente como “mentas de guardias”, y habichuelas con dulce, que para muchos extranjeros podrían verse como un “preparado químico raro, diseñado para arma biológica”.

Las habichuelas con dulce no son muy conocidas en el extranjero. Y no todas las naciones tienen por costumbre “comer frijoles con dulce”, cosa que en República Dominicana es una tradición “irrompible”, de toda la vida, especialmente en época de cuaresma.

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En la mayoría de los casos -a juzgar por testimonios conocidos- llevar en las maletas productos que entran ya en la categoría de “nostálgicos y sentimentales” para los dominicanos, tiene un valor que sobrepasa ampliamente la parte económica. Es un tema asociado al “amor” y al sentido de pertenencia hacia esos productos. Y muchas veces a un tema de “sabor”.

En Estados Unidos y en Europa hay tantas fábricas y productos de consumo e higiene como usted quiera imaginar, pero posiblemente si de salami se trata, “el sabor que tiene el de aquí es inigualable».

Por lo menos eso piensan muchos de los viajeros. Así que la oración  “voy a llevarle una pierna del salami del de aquí, a mi primo en  Nueva York”, es bastante conocida a nivel local. No así a nivel internacional.

LO QUE PUEDES ENCONTRAR

Pero no es lo único que irá en la maleta. Muy, pero muy posiblemente ahí esté envuelto en ropas o en una funda negra un paquete de orégano, bija y cilantro ancho para sazonar la comida, y algunas hojas que sirven para preparar un té que quita la gripe, controla “la azúcar”, para quienes son diabéticos o alivia el dolor de los riñones.

Podrían ir también algunas hojas incluso para el despojo. No quiere decir que desde el punto de vista de la ciencia la efectividad de esas hojas esté comprobada. Son usos, “remedios”  y recetas arraigados en la cultura local por años. Y su efectividad está muy asociada a una cuestión de fe.

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Esas hojas pueden ser de limón, de naranja agria, de limoncillo, de menta o yerba buena, de Juana La Blanca, de maguey morado o de “rompe saragüey”.

Pero al dominicano también le gusta llevar arepa, hojuelitas, café, algunos medicamentos, especialmente en pastillas, una mamajuana y “romo del de mallita” para su gente “en los países”, porque “el que venden allá no pica; pica menos, o no sabe igual».

Ese ron generalmente es Brugal y aunque en Estados Unidos y Europa lo venden “no es el mismo”, dicen los consumidores dominicanos.

En esas naciones las normas sobre grado alcohólico permitido son otras y muy probablemente esas bebidas tienen que elaborarse respetando esos estándares, distintos al país de origen de esa bebida alcohólica. La historia completa dando clic aquí

FUENTE: El Caribe/Martin Polanco


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